sábado, 29 de abril de 2017

Mango con pimienta


El cuerpo recuerda
El alma sonríe
Viejas sensaciones ya olvidadas afloran
Olores lentos que van sembrando recuerdos
Sonidos amarrados a la punta de los dedos
Pequeños gritos
Casi lágrimas que ruedan hacia adentro
Un hermoso Jueputa!!! rompe la noche y muestra que el sol está detrás de las nubes negras
Apareces vos, todo bien... la noche merece tu sonrisa.

viernes, 21 de abril de 2017

Ella, nunca lo sabría

Entró despacio al restaurante, traía con ella un gran bolso de diseñador, una bolsa de una librería y cuarenta y algunos años que no le impedían sentirse bella y completa, buscó una mesa cerca a la entrada del sitio, ubicó los paquetes en las 3 sillas, en la mesa le dio un espacio privilegiado a su celular, estaba segura que él le escribiría pronto, y la bolsa de libros, buscó con la mirada a la mesera, pidió el menú, era una sonreidora profesional se notaba que estaba acostumbrada a sonreir como parte de su trabajo. Vestía una blusa de flores entre verde y café con un escote ligero que permitía ver su piel sin marcas, blanca muy blanca. Su cabello rizado de un color rojizo, castaño de esos colores que usan las mujeres blancas muy blancas sobre los cuarenta años para disimular las bien ganadas canas que delatan su edad.  Mientras la mesera traía su pedido ella mantenía su mente y su mirada fija en el celular, el indice de su mano derecha era el encargado de saltar de aplicación en aplicación, ella reía mientras tomaba fotos a los libros que había comprado, parecía coquetear con el aparato, hablaba, se reía, sus ojos brillaban. Justo en ese momento llegó la mesera con el helado y un café, ella cruzó varias frases y sonrió, aplaudía pasito mientras veía el helado que iba a probar, se veía muy feliz, tomaba más fotos y las enviaba con mensajes de voz.
Puso a un lado el celular mientras comía helado y mientras con la mano derecha lo comía lentamente casi con lujuria, usaba el indice izquierdo para seguir navegando. Reía, hablaba despacio, terminó el helado  y pidió la cuenta, nuevamente habló con la mesera mientras se revisaba el maquillaje, una nueva mirada al celular, una selfie más con la sonrisa que estaba acostumbrada a usar todos los días. Recogió sus bolsas, los libros, su cartera, el celular dejó una propina adicional a la persona que la atendió y salio caminando despacio mientras sonreía.
Nunca supo que al fondo del restaurante estaba la persona con quien chateaba, él la observó todo el tiempo pero ya se había acostumbrado a no poder tener otro  tipo de contacto, hacía seis meses había muerto y ella nunca lo sabría.

domingo, 16 de abril de 2017

Mi generación, un sandwich cósmico.

Cuándo yo nací, 1974, mi madre tenía 18 años y que yo sepa en la casa le habían inculcado la religión católica apostólica romana de manera profunda, en cambio a mi papá ni idea que carajos le habían inculcado pero sí se que siempre sobre su mesa de noche había un libro que se llamaba El Anticristo, leía el Tarot, tenía las monedas del I Ching, hablaba todo el tiempo de ocultismo, era periodista sin empleo y entre otras cosas - hasta donde intuyo porque no tengo contacto con ellos- era la oveja blanca de su familia, ya se imaginarán.

Según el mito familiar y por deducciones a pedazos, mi madre no cuenta mucho detalle, le llegaron a ella unos libros para vender (ojo imagínense como era Buga capital del Milagroso en 1974)  de un tal Lobsang Rampa con titulos como El cordón de plata, el Tercer ojo, entre otras joyas literarias.  En ese entorno me bautizaron Lobsang entre otras cosas para llevarle la contraria a mi papá quien por alguna razón revanchista con el universo supongo, me quería bautizar Domingo. No es gracioso no se ría por favor.  Que no se ría.

Mi bautizo fue en una cafetería con muchas cajas de coca cola detrás, de esas que eran en madera... si logro que mi mamá me preste la foto prometo subirla. A la primera comunión llegué casi a los treinta y eso porque cometí la genialidad de casarme por los ritos de una iglesia en la que no creo (ya saben o se imaginan como terminó) pero eso sí en mi primera infancia las navidades eran muy religiosas y PUTI?)culturales, si puti porque era la época preferida por mi papá para andar volado de la casa y la de mi mamá para rezar y rezar y yo salí jodido porque ni me gusta la rumba decembrina mucho y soy medio pendejo para lo de la rezada, aclaro que desde que se acabaron las novenas donde a uno le daban comida y regalo y perdí la fe en esas tradiciones colectivistas, es decir me gozo lo básico pero no les encuentro profundidad.

A veces siento que nuestra generación salio defectuosa, a los alienigenas y a los gusanos seguramente les dan una advertencia de "No consuma humanos nacidos entre 1972 y 1982 son espirituConfundidos y medianamente tóxicos, pueden subir sus niveles de lipidos y su sabor puede ser amargadoso" esta generación ha saltado de modas como menudo, la "mota", los guantes de cordones de colores, los jeans ultra entubados, la muerte de los sueños desde Pizarro hasta Bowie entre otras miles de cosas por las que pasamos pero aún no tenemos la potencia de nuestros antepasados. Piense por un momento en sus abuelos, en la manera como ellos forjaron su vida y lograron llegar a viejos; usted de verdad cree que sus nietos van a ver con admiración la manera como le vendió el alma a los bancos, tuvo que dejar de comer las cosas ricas de la vida porque hacían daño o a la decadente iglesia católico le parecía que atentaba contra las leyes dictadas por un dios omnipotente, omnipresente y que ademas le gustaban los likes de facebook para salvar niños con cancer? está seguro que sus nietos escucharán con admiración sus aventuras en Tinder y Messenger? les va a contar que estaba pegado de computadores y celulares la mayoría de su vida?

Cuándo veo a mis amigos igual de perdidos que yo, buscando en las tradiciones de los viejos esa tranquilidad que la iglesia hoy no nos ofrece, o cuando veo que se sumergen en ritos orientales de los cuales solo saben lo que el coach espiritual les sabe y puede contar, esos amigos míos que llegan al 4 piso sin saber muy bien que pasó con lo de la pensión, la casa, el carro, la felicidad de la beca, la estabilidad financiera de una carrera universitaria, esos amigos míos que les toca ir al ritmo de la tecnología aunque añoren la vieja escuela, esos amigos ... así sean algunos amigos de redes sociales y otros de los de la vida real, están (estamos ) ahí en el mediocre limbo de no saber si lo de la ceniza en la frente va con el discurso anti politico, anti estado, anti democracia, anti economía, anti lideres... pero de todos modos nos sabemos los pastores de belén y lo transmitimos a nuestros descendientes con algo menos del 5% de fe que nuestros padres tenían a nuestra edad.

Esta es nuestra generación la del sandwich cósmico, la que cree en los principios del Buda pero se echa la bendición antes de que despegue el avión, la que comienza a usar el verbo pasado (antes no era así, cuando pelados lo hacíamos diferente, etc); esta generación que hoy ve gobernar a los hijos de los que jodieron a la generación de nuestros padres. Y peor aún, mi generación es la que ve que lo que viene no tiene mucho futuro, vemos con terror una generación de adolescentes treintañeros con maestrias y pasaportes a reventar de sellos, y con la berraquera para decidir que no quieren hijos, deudas, raices, nada a largo plazo, porque la vida va rápido, se acaba rápido, se vive rápido, se comen rápido, maduran viches y quien sabe que seguirá.

Con poco orgullo y mucha nostalgia por un futuro que nos prometieron y nunca llegó, me despido pensando en porque mi madre me saludo hoy diciendo felices pascuas... ojalá mis hijas no me pregunten porque se me acaba al poquísima autoridad enciclopédica que Google me ha dejado.

Adiós pues!