Lobsang Salguero-Barrera
Pensamiento errático y mutable...
jueves, 8 de diciembre de 2022
martes, 8 de octubre de 2019
Entrelineas
Leer entrelineas a una persona es como ver las costuras de un vestido, se va vislumbrando su estructura, sus intenciones, la veracidad en su historia;
Leer entrelineas a alguien es ver en el espejo nuestras propias costuras, estructura, intenciones, veracidad en el actuar porque, al final de la historia yo soy tu y tu eres yo;
Cosidos con el mismo hilo del tiempo, unidos con la fuerza de las causalidades, un traje que llevamos puesto para proteger el alma de lo terreno.
viernes, 13 de septiembre de 2019
Chocolates en la cama
Noches de luna,
chocolates en la cama,
tus rizos sobre la almohada,
gritos apagados, la piel que habla.
Un adiós sobre la mesa,
un te quiero que apagó la vida,
palabras que quedaron en el aire,
despedidas necesarias.
Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.
Ve con la noche que te trajo a mi vida,
que la luna guié tus pasos,
que la vida te premie y te de lo que buscas,
que el amor llene tu alma,
tu camino será luz de vida.
Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.
Queda el corazón en calma,
la calma que queda después de la tormenta,
recogeré los pedazos de una ensoñación,
los dejaré listos para el camino,
seguiré mi sol.
Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.
martes, 10 de septiembre de 2019
Mi mano
Mi mano
Esta mano con la que hoy escribo, no es realmente una mano, es la unión de cartílagos, músculos, tendones y sangre, no es más que una herramienta pegada a mi brazo que, a su vez está pegada a mi cuerpo, pero dejó de ser eso que conocemos como la mano que escribe cartas de amor, la que uso para el reloj y para alimentarme, esa mano ya no está, esa mano se la llevó Anna una noche; una de esas noches que no quise que el sol saliera de su escondite, una noche que quise fuera eterna.
La última vez que la vi, a mi mano, estaba siendo besada por ella, abrazada, sostenida y admirada en la mitad de la noche; ella sostuvo mi mano como quien sostiene el ancla de un globo para no salir volando, o tal vez porque su alma estaba volando tanto que le dio miedo alejarse de mí o alejarse de ella misma, por eso ahora mi mano ya no está conmigo más.
Cuando el reloj sonó , y la vida por fuera de estas cuatro paredes llenas de amor, pasión, sexo y entrega comenzó nuevamente, ella se fue caminando despacio, mirándome de reojo, pensando quizás en la carretera, en el camino, en el destino, en su universo.
Alcancé a ver cuando mi mano se perdía en su bolso, entre el celular y el bolsito del maquillaje iba cómoda, esperando la oscuridad al cerrarse la cremallera; ella acercó sus labios y le susurro algo mientras lo cerraba, no alcancé a escuchar que se decían pero Anna sonreía complice.
Hoy pienso en mi mano y en ella abrazándose, veían titilar una estrella que esta noche nos acompañó enviando mensajes que no entendimos; a veces extraño mi mano pero cierro los ojos y veo a Anna Li abrazada a ella mientras yo trataba de aprenderme su rostro sabiendo que, era posible que fuera la última vez que la veía, como sucedía cada vez que nos amábamos.
La estrella sigue titilando, mi mano y ella están buscando el camino a su universo, a su montaña mágica, yo sigo pensando en la mano que se llevó, mientras con este pedazo de cartílagos, huesos, y músculos sigo escribiendo estas palabras y con lo que queda de ojos veo las estrellas titilando, enviando mensajes que a veces no entiendo.
Esta mano con la que hoy escribo, no es realmente una mano, es la unión de cartílagos, músculos, tendones y sangre, no es más que una herramienta pegada a mi brazo que, a su vez está pegada a mi cuerpo, pero dejó de ser eso que conocemos como la mano que escribe cartas de amor, la que uso para el reloj y para alimentarme, esa mano ya no está, esa mano se la llevó Anna una noche; una de esas noches que no quise que el sol saliera de su escondite, una noche que quise fuera eterna.
La última vez que la vi, a mi mano, estaba siendo besada por ella, abrazada, sostenida y admirada en la mitad de la noche; ella sostuvo mi mano como quien sostiene el ancla de un globo para no salir volando, o tal vez porque su alma estaba volando tanto que le dio miedo alejarse de mí o alejarse de ella misma, por eso ahora mi mano ya no está conmigo más.
Cuando el reloj sonó , y la vida por fuera de estas cuatro paredes llenas de amor, pasión, sexo y entrega comenzó nuevamente, ella se fue caminando despacio, mirándome de reojo, pensando quizás en la carretera, en el camino, en el destino, en su universo.
Alcancé a ver cuando mi mano se perdía en su bolso, entre el celular y el bolsito del maquillaje iba cómoda, esperando la oscuridad al cerrarse la cremallera; ella acercó sus labios y le susurro algo mientras lo cerraba, no alcancé a escuchar que se decían pero Anna sonreía complice.
Hoy pienso en mi mano y en ella abrazándose, veían titilar una estrella que esta noche nos acompañó enviando mensajes que no entendimos; a veces extraño mi mano pero cierro los ojos y veo a Anna Li abrazada a ella mientras yo trataba de aprenderme su rostro sabiendo que, era posible que fuera la última vez que la veía, como sucedía cada vez que nos amábamos.
La estrella sigue titilando, mi mano y ella están buscando el camino a su universo, a su montaña mágica, yo sigo pensando en la mano que se llevó, mientras con este pedazo de cartílagos, huesos, y músculos sigo escribiendo estas palabras y con lo que queda de ojos veo las estrellas titilando, enviando mensajes que a veces no entiendo.
El vacío
El vacío también ocupa espacio,
el ruidoso silencio puede dejarnos sordos,
la distancia acompañada nos aleja,
los sueños rotos al despertar aterran.
Cuando el rito ya no es sagrado,
cuando el beso ya no es del alma,
cuando la mirada baja
todo cae, todo ocupa su lugar,
hasta el aire ahoga.
el ruidoso silencio puede dejarnos sordos,
la distancia acompañada nos aleja,
los sueños rotos al despertar aterran.
Cuando el rito ya no es sagrado,
cuando el beso ya no es del alma,
cuando la mirada baja
todo cae, todo ocupa su lugar,
hasta el aire ahoga.
miércoles, 28 de agosto de 2019
¡Se acabó la moneda!
Eran las 5 de la tarde en un centro comercial lleno de familias que recorrían vitrinas sin mucho dinero en el bolsillo y helados a medio derretir en las manos; mis dos hijas tendrían 3 o 4 años, esa edad en que comienzan a tener algo de uso de razón, las pataletas aparecen y pasan de ser bebés a convertirse en niñas llenas de preguntas, pequeños soles que llenan las mañanas de abrazos y las noches de cuentos.
Mi niña mayor llegó enfadada, su gesto preferido era cruzar los brazos y apretar los labios para demostrar su enojo.
- Papá, se acabó la moneda.
Estábamos en la zona de juegos, hacía calor, y las máquinas funcionaban solo con monedas de quinientos pesos; ya llevábamos media hora allí y en mis bolsillos no quedaba ni una sola
- sol, no tengo más.
Su gesto se hizo aún más duro y una gorda lágrima se asomó.
En los negocios alrededor no cambiaban monedas, su hermanita aún estaba en el elefante volador que se movía perezosamente; hacía calor, niños llorando, mi niña grande enojada, la pequeña seguro llegaría pidiendo lo mismo.
La bendita moneda de quinientos, su ausencia, se había convertido en la representación de la frustración de padre y el asomo de una tarde arruinada.
Seguimos caminando, mi niña grande enojada, la peque a medio dormir en brazos de su madre, y yo frustrado, y con calor. Me quedé pensando en el significado de esa moneda ¡Eran solo quinientos pesos!
Mientras caminabamos rumbo al parqueadero para regresar a casa y retomar la rutina de fin de semana, seguía pensando en el valor real de esa moneda para mi niña, hasta que finalmente entendí que no era la moneda como tal ¡era diversión, alegría! Pero había algo más profundo, era tiempo, ¡TIEMPO!
Esa era la respuesta
La moneda representaba el tiempo de alegría en la máquina, su tiempo personal, esos minutos de felicidad. La moneda era ese momento que se iba entre los dedos, ese pequeño espacio de comunión.
Entendí a mi hija, entendí que a veces se nos acaba la moneda y hacemos pataleta ante la vida por esos minutos de pequeñas dichas.
En esos momentos en que siento que se me van los minutos de pequeñas dichas recuerdo a mi niña, y su pequeña pataleta y le digo a la vida
¡Se acabó la moneda!
Mi niña mayor llegó enfadada, su gesto preferido era cruzar los brazos y apretar los labios para demostrar su enojo.
- Papá, se acabó la moneda.
Estábamos en la zona de juegos, hacía calor, y las máquinas funcionaban solo con monedas de quinientos pesos; ya llevábamos media hora allí y en mis bolsillos no quedaba ni una sola
- sol, no tengo más.
Su gesto se hizo aún más duro y una gorda lágrima se asomó.
En los negocios alrededor no cambiaban monedas, su hermanita aún estaba en el elefante volador que se movía perezosamente; hacía calor, niños llorando, mi niña grande enojada, la pequeña seguro llegaría pidiendo lo mismo.
La bendita moneda de quinientos, su ausencia, se había convertido en la representación de la frustración de padre y el asomo de una tarde arruinada.
Seguimos caminando, mi niña grande enojada, la peque a medio dormir en brazos de su madre, y yo frustrado, y con calor. Me quedé pensando en el significado de esa moneda ¡Eran solo quinientos pesos!
Mientras caminabamos rumbo al parqueadero para regresar a casa y retomar la rutina de fin de semana, seguía pensando en el valor real de esa moneda para mi niña, hasta que finalmente entendí que no era la moneda como tal ¡era diversión, alegría! Pero había algo más profundo, era tiempo, ¡TIEMPO!
Esa era la respuesta
La moneda representaba el tiempo de alegría en la máquina, su tiempo personal, esos minutos de felicidad. La moneda era ese momento que se iba entre los dedos, ese pequeño espacio de comunión.
Entendí a mi hija, entendí que a veces se nos acaba la moneda y hacemos pataleta ante la vida por esos minutos de pequeñas dichas.
En esos momentos en que siento que se me van los minutos de pequeñas dichas recuerdo a mi niña, y su pequeña pataleta y le digo a la vida
¡Se acabó la moneda!
jueves, 22 de agosto de 2019
Estrellas
Buscando tu norte viajé desde el sur
exploré ríos, mares y pequeñas cordilleras
la noche se posó en tu piel mientras
cerraste los ojos buscando la luna, plena.
Caminé por tu piel buscando dejar huella
escuché tu respiración, agitada, eterna
cobraste sentido en cada suspiro
temblabas al susurrar bajos deseos.
El norte apareció, pleno y misterioso;
la noche cayó en tu piel
tus dedos se enterraron en mi piel
mientras caían no-promesas de tus labios llenos de estrellas.
Tu norte se rindió ante mis palabras.
No ante mi, ante mis letras.
exploré ríos, mares y pequeñas cordilleras
la noche se posó en tu piel mientras
cerraste los ojos buscando la luna, plena.
Caminé por tu piel buscando dejar huella
escuché tu respiración, agitada, eterna
cobraste sentido en cada suspiro
temblabas al susurrar bajos deseos.
El norte apareció, pleno y misterioso;
la noche cayó en tu piel
tus dedos se enterraron en mi piel
mientras caían no-promesas de tus labios llenos de estrellas.
Tu norte se rindió ante mis palabras.
No ante mi, ante mis letras.
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