viernes, 13 de septiembre de 2019

Chocolates en la cama

Noches de luna,
chocolates en la cama,
tus rizos sobre la almohada,
gritos apagados, la piel que habla.

Un adiós sobre la mesa,
un te quiero que apagó la vida,
palabras que quedaron en el aire,
despedidas necesarias.

Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.

Ve con la noche que te trajo a mi vida,
que la luna guié tus pasos,
que la vida te premie y te de lo que buscas,
que el amor llene tu alma,
tu camino será luz de vida.

Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.

Queda el corazón en calma,
la calma que queda después de la tormenta,
recogeré los pedazos de una ensoñación,
los dejaré listos para el camino,
seguiré mi sol.

Noches de luna,
chocolates en la cama,
una despedida para el alma.

martes, 10 de septiembre de 2019

Mi mano

Mi mano

Esta mano con la que hoy escribo, no es realmente una mano, es la unión de cartílagos, músculos, tendones y sangre, no es más que una herramienta pegada a mi brazo que, a su vez está pegada a mi cuerpo, pero dejó de ser eso que conocemos como  la mano que escribe cartas de amor, la que uso para el reloj y para alimentarme,  esa mano ya no está, esa mano se la llevó Anna una noche; una de esas noches que no quise que el sol saliera de su escondite, una noche que quise fuera eterna.

La última vez que la vi, a mi mano, estaba siendo besada por ella, abrazada, sostenida y admirada en la mitad de la noche; ella sostuvo mi mano como quien sostiene el ancla de un globo para no salir volando, o tal vez porque su alma estaba volando tanto que le dio miedo alejarse de mí o alejarse de ella misma,  por eso ahora mi mano ya no está conmigo más.

Cuando el reloj sonó , y la vida por fuera de estas cuatro paredes llenas de amor, pasión, sexo y entrega comenzó nuevamente, ella se fue caminando despacio, mirándome de reojo, pensando quizás en la carretera, en el camino, en el destino, en su universo.

Alcancé a ver cuando mi mano se perdía en su bolso, entre el celular y el bolsito del maquillaje iba cómoda, esperando la oscuridad al cerrarse la cremallera;  ella acercó  sus labios y le susurro algo mientras lo cerraba, no alcancé a escuchar que se decían pero Anna sonreía complice.

Hoy pienso en mi mano y en ella abrazándose, veían titilar una estrella que esta noche nos acompañó enviando mensajes que no entendimos;  a veces extraño mi mano pero cierro los ojos y veo a Anna Li abrazada a ella mientras yo trataba de aprenderme su rostro sabiendo que, era posible que fuera la última vez que la veía, como sucedía cada vez que nos amábamos.

La estrella sigue titilando, mi mano y ella están buscando el camino a su universo, a su montaña mágica, yo sigo pensando en la mano que se llevó, mientras con este pedazo de cartílagos, huesos, y músculos sigo escribiendo estas palabras y con lo que queda de ojos veo las estrellas titilando, enviando mensajes que a veces no entiendo.

El vacío

El vacío también ocupa espacio,
el ruidoso silencio puede dejarnos sordos,
la distancia acompañada nos aleja,
los sueños rotos al despertar aterran.

Cuando el rito ya no es sagrado,
cuando el beso ya no es del alma,
cuando la mirada baja
todo cae, todo ocupa su lugar,
hasta el aire ahoga.