Tratar de describir lo que implica o significa ser mujer desde la visión de un hombre de 40 años es como si un ciego describiera un atardecer, sin embargo me transporto a mi familia materna compuesta por 8 tías y mas de 80 primas una fuerte presencia femenina que marcaba, como los ciclos de la luna, los momentos adecuados para invertir, comprar o vender. Una mujer no gasta plata en maquillaje, invierte en su autoestima, una mujer no gasta plata en toallas o protectores simplemente asume lo femenino como un rito que solo termina cuando la vida da un vuelco y cambia de formato, una mujer no gasta plata en comida, se alimenta el alma, se concilia con ella misma.
En Francia hablan hoy de la tasa rosa como una forma de englobar los costos extra que implica ser mujer, que si algunos productos son más costosos por ser explicitamente para mujer, que si las mujeres pagan más por un producto por ser rosado, es una discusión que es tan útil como analizar un nevado únicamente por la calidad de sus nieves. El costo real de ser mujer se da cuando dos personas ganan diferentes sueldos teniendo la misma formación o habilidades solamente por que su sexo no es el mismo, el costo se da cuando aún en nuestros senado se discuten leyes sobre la igualdad de parlamentarios, el costo se da cuando tienen que pensar en hacer buses rosa o habitaciones rosa para que las mujeres se sientan mas seguras, pero el costo también se da cuando la mujer siente que el machismo le ha quitado parte de su vida y decide que el libertinaje es una expresión de independencia, el costo está cuando una mujer decide que el hombre es malo por ser hombre o que los hombres son unos cerdos por fijarse en su escote justo después de invertir 5 millones de pesos en una operación de senos para sentirse más femenina.
El costo de ser mujer no se cuenta por pesos, dolares o euros se debería contar por los segundos que nos tomamos TODOS pensando que las mujeres son de venus y los hombres no tenemos ni idea de lo que es llorar en la oscuridad.