Entró despacio al restaurante, traía con ella un gran bolso de diseñador, una bolsa de una librería y cuarenta y algunos años que no le impedían sentirse bella y completa, buscó una mesa cerca a la entrada del sitio, ubicó los paquetes en las 3 sillas, en la mesa le dio un espacio privilegiado a su celular, estaba segura que él le escribiría pronto, y la bolsa de libros, buscó con la mirada a la mesera, pidió el menú, era una sonreidora profesional se notaba que estaba acostumbrada a sonreir como parte de su trabajo. Vestía una blusa de flores entre verde y café con un escote ligero que permitía ver su piel sin marcas, blanca muy blanca. Su cabello rizado de un color rojizo, castaño de esos colores que usan las mujeres blancas muy blancas sobre los cuarenta años para disimular las bien ganadas canas que delatan su edad. Mientras la mesera traía su pedido ella mantenía su mente y su mirada fija en el celular, el indice de su mano derecha era el encargado de saltar de aplicación en aplicación, ella reía mientras tomaba fotos a los libros que había comprado, parecía coquetear con el aparato, hablaba, se reía, sus ojos brillaban. Justo en ese momento llegó la mesera con el helado y un café, ella cruzó varias frases y sonrió, aplaudía pasito mientras veía el helado que iba a probar, se veía muy feliz, tomaba más fotos y las enviaba con mensajes de voz.
Puso a un lado el celular mientras comía helado y mientras con la mano derecha lo comía lentamente casi con lujuria, usaba el indice izquierdo para seguir navegando. Reía, hablaba despacio, terminó el helado y pidió la cuenta, nuevamente habló con la mesera mientras se revisaba el maquillaje, una nueva mirada al celular, una selfie más con la sonrisa que estaba acostumbrada a usar todos los días. Recogió sus bolsas, los libros, su cartera, el celular dejó una propina adicional a la persona que la atendió y salio caminando despacio mientras sonreía.
Nunca supo que al fondo del restaurante estaba la persona con quien chateaba, él la observó todo el tiempo pero ya se había acostumbrado a no poder tener otro tipo de contacto, hacía seis meses había muerto y ella nunca lo sabría.
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