martes, 18 de diciembre de 2018

Ríos rojos, ojos almendrados

Tercamente regreso al río rojo y a tus ojos almendrados.

Fluye la cerveza, la noche abunda, se recorren pasos ya caminados
seguís contando tus historias íntimas,
tus sueños ancestrales con raíces que no son tuyas.

Admiro desde mi puesto tu energía y la desfachatez de quien no tiene nada que perder y decidió apostarle 24 horas diarias a un sueño.

La noche sigue llegando con golpes de son y sonrisas que se funden con pies, que arrastran el deseo reprimido de un boricua cantandole al mar, un viejo en la puerta que anhela recordar sus años de baile pero se queda pegado en el recuerdo de esa hembra que le jodió la sonrisa aquella vez justo al pasar el puente de Juanchito.

Los recuerdos son esos fantasmas que maquillamos para seguir la narración con algún hilo, suena Rubén Blades al fondo buscando plantación adentro, siempre Amor y Control, deme otra Poker que la noche se me bajó a los pies.

Seguís con tu historia de negros libres, de indígenas corajudos y fotogramas que vuelan libres al viento, playas llenas de olor a cocina y leña, un viche que te supo a confesión ancestral.

Seguís caminando por las calles llenas de noche, solitarias, rompiéndolo todo con tu río rojo y tus ojos almendrados, nos veremos luego cuando la noche nos sea propicia, la cerveza este fría y las cicatrices de la vida nos den para nuevos cuentos.

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