sábado, 22 de junio de 2019
Corro
A veces en las bancas de los parques hay historias turbias, gente que busca en la oscuridad como escaparse de la realidad, por la razón que sea; otras veces son ancianos escuchando noticias en radio para sentirse vivos y conectados con la realidad antes que la realidad los olvide. Hoy iba resoplando en la tercera vuelta y una pareja, de esas que llaman de edad mediana, él con cara de oficinista a punto de retirarse, y ella diez años más joven, los dos en ropa deportiva, impecable, él con un pequeño termo que supuse tendría alguna bebida particular como te verde o agua de Jamaica, ella con una cajita plástica que supuse estaría llena de frutas para consumir mientras hacían ejercicio.
Cuarta vuelta
Él, estaba sirviendo en su pequeño pocillo parte del contenido del termo, caliente, oscuro, conocido para mi, era café; ella destapando la cajita y entregándole a él dos mini pandebonos.
Ahora mismo los veo mientras escribo desde otra banca, como un ladrón de realidades ajenas.
Ríen y se miran a los ojos, siguen impecables.
Se dieron un largo y envidiable abrazo, un pequeño beso y cada uno se subió a su carro, él con su termo ya vacío y ella con la cajita desocupada.
Envidia!!
Debo confesarlo es un pecado bajo, sucio...
He sentido mil veces envidia de mis amigos artistas que son capaces de poner en una guitarra o un piano la música que les suena en la cabeza.
He envidiado profundamente a mis amigos dibujantes por ser capaces de sacar de los sueños trazos y colores.
Envidio a quienes cantan
Envidio a quienes bailan como si flotaran.
Pero, gracias a esa cantidad de envidia sucia y maloliente he podido descubrir que muchos usamos herramientas non-santas para expresarnos, sin ser talentosos o artistas.
Solo basta ser humanos y dar el paso a expresar lo que sentimos, lo que nos duele y lo que soñamos, ya llegará quien vea lo que quisimos transmitir y se sintonice.
Y saben algo? Expresar lo que sentimos cura el alma!
sábado, 1 de junio de 2019
Lavoe
Me hundo en la penumbra de la noche
las calles tienen su propio ritmo.
Hombres hablando con hombres sobre las mujeres de su vida al son de una campana, y Lavoe cantando a unos ojos verdes.
Las risas inundaron la esquina, pasaron "la mona", "la tetona", "mazamorra", "el indio", "titicó" e iban dejando su saludo mientras recibían la algarabía de los señores que tomaban cerveza, conversaban, hablaban de mujeres.mientras Lavoe le cantaba a unos ojos verdes