sábado, 22 de junio de 2019

Corro

Corro a veces en las mañanas en un parque cercano buscando sol y aire ; me encasqueto audífonos con funk, rock o jazz. A veces no se si voy por correr o por las arepas de la señora venezolana de la esquina, pero siempre me encuentro con historias.

A veces en las bancas de los parques hay historias turbias, gente que busca en la oscuridad como escaparse de la realidad, por la razón que sea; otras veces son ancianos escuchando noticias en radio para sentirse vivos y conectados con la realidad antes que la realidad los olvide. Hoy iba resoplando en la tercera vuelta y una pareja, de esas que llaman de edad mediana, él con cara de oficinista a punto de retirarse, y ella diez años más joven, los dos en ropa deportiva, impecable, él con un pequeño termo que supuse tendría alguna bebida particular como te verde o agua de Jamaica, ella con una cajita plástica que supuse estaría llena de frutas para consumir mientras hacían ejercicio.

Cuarta vuelta

Él, estaba sirviendo en su pequeño pocillo parte del contenido del termo, caliente, oscuro, conocido para mi, era café; ella destapando la cajita y entregándole a él dos mini pandebonos.
Ahora mismo los veo mientras escribo desde otra banca, como un ladrón de realidades ajenas.

Ríen y se miran a los ojos, siguen impecables.

Se dieron un largo y envidiable abrazo, un pequeño beso y cada uno se subió a su carro, él con su termo ya vacío y ella con la cajita desocupada.

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