martes, 28 de abril de 2015

la insensatez constructiva, una forma de vivir a los 40

Me llamo Samuel , tengo 40 años y al fin puedo darme cuenta que ser tan cuerdo, de buen juicio y prudente no lleva a ninguna parte.

Este fue el final de un día extraño para Samuel quien había jurado ser sensato hasta el último momento de su vida,  en cada uno de sus actos, claro está que cuando lo juró tenía al frente a su padre con una gran correa de cuero negro, muy antigua ella, enroscada en su mano derecha, mientras la apretaba a tal punto que sus nudillos se blanqueaban.

Samuel había perdido 4 materias en el colegio y su padre se encargaría a punta de correazos que eso no volviera a pasar; lo que nadie le preguntó al niño era la razón por la que las había perdido, como siempre el culpable era el corazón; su nombre Dana, acababa de retirarse del colegio porque a su padre lo acababan de trasladar de ciudad en la empresa y todo el mundo sabe que los niños son el equipaje de mano de los papas.

Samuel perdió todo contacto con la realidad cuando la vio por primera vez en el patio del colegio, sonriendo por los ojos y él por supuesto asumió la estrategia usual que aplicaba cuando una niña le gustaba, sentarse en un banco a la sombra para poder verla sin insolarse. Las materias pasaron a segundo plano, los juegos también solo lo motivaba llegar todos los días a verla; un día por fin sacó fuerzas para hablarle y se paro del banquito, se fue lentamente hacia ella, la saludó interrumpiendo su charla con las amiguitas de siempre, Dana volteó a ver a Samuel y lo saludo como se saluda a los muebles al entrar a una casa conocida -suponiendo que a los muebles les importara el saludo por supuesto- Samuel sintió como las palabras se le iban apelmazando en la garganta, se colaban por sus dientes y lengua y de pronto sin saber ni como ni cuando le dijo a ella,

Querés un heladito?

Que hicieron las amigas? Que hacen las amigas en esos casos? Eso, reirse.... cuchichear y reirse mientras Dana contenía una risita chiquita y afilada con la palma de la mano y pronunciaba la sentencia que regiría a Samuel el resto de su vida.... bueno hasta los 40 años cuando en la reunión de la Asociación de Insensatos Anónimos pudiera dejar salir su maldición.

- Sammy mi mamá me dijo que no le recibiera heladitos a nadie y yo soy muy sensata, chao que sonó el timbre.

Samuel, arrastró su cuerpo centímetro a centímetro, baldosa a baldosa mientras llegaba al estrecho salón, respirar era difícil, cambiar la expresión era algo a lo que no se arriesgaría, le daba miedo parpadear; su pequeño mundo había terminado.... no sabía que quería decir ser sensato, se sentó despacio busco en su pequeño Larousse ilustrado y vio que significaba: Cuerdo, de buen juicio, prudente   ese día juró que su vida se regiría por esos tres pilares fundamentales.

De tanto tratar y tratar, pensar en Dana y repetirse Samuel descuidó sus estudios y algo de su vida por supuesto.

Cuando cumplió 40 años abrió los ojos y se dio cuenta que el mapa que cuidadosamente había trazado alrededor de su vida, estaba emborronado como si algún ángel hubiera tratado de corregir un renglón mal escrito. Caminó por todas las calles del pueblo tratando de encontrar el norte que se le había embolatado esa noche y nada.... ese día terminó y Samuel estaba como un cuaderno la primera semana de clases, en blanco.

Cada vez que veía a Dana en el salón, una izada de bandera, un paseo o simplemente en el recreo recordaba que él no era lo suficientemente sensato para ella y así cada día se esforzaba por ser más cuerdo, más prudente y de buen juicio; hasta que una tarde como a las cinco y media cuando pasan las parejitas de loros haciendo bulla, Samuel buscó a Dana en la biblioteca a donde ella iba y nada, en la esquina de la panadería con las mellizas, y nada, al otro día en el colegio preguntó por ella y le dijeron que se había ido de la ciudad porque a su padre lo habían trasladado y como todos sabemos ella era parte de su equipaje.

Samuel sufrió, ya tenia 17 años y había dedicado su vida a ser sensato y a observar a Dana estudiando hasta su mas pequeño gesto, y ahora con su padre al frente y la correa enroscada como la serpiente del Paraíso juró ser Sensato con toda su alma para que no volviera a sufrir su corazón.


La noche terminó con Samuel regresando a casa a rebuscar en todos los cajones a ver si aparecía su vida tal y como la conocía pero nada, le preguntó a gritos a la señora del aseo que iba los martes y jueves, pero nada... se había esfumado mientras el dormía.
Se miró al espejo y veía al hombre sensato de siempre, cuerdo, prudente y de buen juicio, peinado hacia la derecha con el pelo solo un poco desordenado, decidió llamar a todos sus amigos de pronto había dejado sus sueños en la casa de alguien o alguno los había cogido prestados, eso pasaba a veces pero para eso son los amigos para prestarse los sueños, y nada de nada.... nadie daba razón.

Ya no se sentía tan cuerdo, su buen juicio se fue pal carajo cuando había reventado a patadas - bueno o al menos lo intentó muy varonilmente - el cajero automático buscando un poco de saldo de ese tesoro que era su inteligencia, ni un peso, nada.... Eso era su vida una gran nada oscura y poco confortable. Fue a caminar, ya era tarde y bajando por la panadería del barrio vio el aviso en la puerta Asociación de Insensatos Anónimos, le sonó lógico lo de la Insensatez (un poco dramático pero estaba bien)... su sensatez lo había llevado hasta ese cruce de caminos donde la nada era su compañera.

Entró, le tocó el turno

Me llamo Samuel , tengo 40 años y al fin puedo darme cuenta que ser tan cuerdo, de buen juicio y prudente no lleva a ninguna parte, a partir de ahora soy un insensato y viviré cada día como si estuviera escrito en un libro viejo y sucio que mañana voy a morir mientras desayuno.

Construir la insensatez como un deber de vida es el norte que todos añoramos tener, no solo a los 40  o a los 30 o a los 20, justo desde el momento en que creímos que ser Sensatos nos llevaría al paraíso prometido comenzamos a fallar, ser insensato no es ser irresponsable, es vivir y vivir y vivir porque el libro viejo y sucio llamado vida se escribe todos los días una palabra a la vez.




miércoles, 22 de abril de 2015

¡La vida es bailar!



a que no pueden quedarse quietos viendo a Christopher Walken en este compilado del Huffington Post...

Feliz día

jueves, 16 de abril de 2015

Alas de Ángel

149 centímetros, 48 kilogramos, cabello negro ondulado que cae en grupos perfectamente coordinados sobres sus hombros. De sus finos rasgos se cuelgan como avisos de neón rompiendo la noche, unos anteojos diseñados en algún estudio de Milán o  New York; pequeños zapatos blancos enmarcan sus finos tobillos, casi siempre enfundada en costosos jeans de alguna marca extranjera. Día a día en su escritorio se acumulan ordenes de producción, post its pegados ordenadamente a la pantalla de su computador donde comparten territorio con un Jardín Zen y cotizaciones de nuevos proveedores que tratan de convencerla de las bondades de un nuevo producto publicitario; su trabajo gira entre la atención al cliente y el manejo de proveedores. Ella es Juliana nuestra Ejecutiva.
Viernes 4:30 pm, temperatura externa en Cali 39°C, temperatura en la Agencia 22°C, temperatura espiritual de Juliana 42°C. Tres llamadas perdidas en su celular, ya lleva dos días sin hablar con su querida hermana, el proveedor a quien está tratando de localizar desde las 11 am no contesta, ahora apago el celular, su cliente estrella le ha escrito muchos mails y ha llamado innumerables veces ( cada 7.5 minutos ) para saber que pasa con su trabajo impreso que estaba presupuestado para entregarse a las 2:00 pm.
Juliana suda, toma tinto, juega con su jardín Zen, chatea con su mejor amigo en Buenos Aires, y trata de calmarse … pero no funciona. Lentamente se incorpora de su asiento y lleva su menudo y estilizado cuerpo desde su cubículo hasta la cafetera quedando expuesta a la vista de todos en la Agencia, se detuvo a mitad de camino y cayó al piso doblando sus rodillas como un penitente rumbo a Buga en Semana Santa. Un grito desgarró la tarde de concentración de los creativos, la secretaría de gerencia miró por encima de sus lentes y detuvo su taza en aire, ese te verde podía esperar un minuto más.
Nuestra ejecutiva seguía gritando, quienes estaban aun congelados en sus puestos comenzaron a acercarse y escucharon de sus finos labios un murmullo que helo la sangre de quienes estaban más cerca “no más cambios, no más correcciones, no más opiniones”, esa letanía se repetía en un tono que cambiaba de tonos altos a tonos guturales inexplicables para ese cuerpo tan delicado.
Sorprendentemente de su fina espalda, atravesando su blusa en seda comenzaron a desgarrar la tela dos puntas que fueron emergiendo como puntas de iceberg buscando la proa del Titanic. La secretaria de la gerencia buscó instintivamente su camándula escondida entre su profundo escote mientras recordaba que esa mañana no había tomado su pastilla para adelgazar, Anita la nueva creativa llevo compulsivamente su pulgar a la boca mientras se trataba de esconder con el espaldar de su asiento.
Juliana seguía murmurando mientras de su espalda nacían destrozando carne y tela, dos alas oscuras revestidas de escamas negras brillantes. Las alas se extendieron rompiendo lámparas y derribando impresoras, Juliana ya no existía, de su rostro angelical y rastros modelados en porcelana poco quedaba. Con sus últimos trazos de humanidad, la que era Juliana elevo sus ojos al cielo y grito mientras su cuerpo se elevaba “ no mas cambios, no más correcciones, no más opiniones”.

Fin

Nuestro trabajo cotidiano implica la interacción entre proveedores y clientes, estos últimos muchas veces no entienden que cada cambio implica horas de trabajo, dedicación, inspiración e investigación. En ese punto se genera una relación de amor-odio con nuestros clientes cada vez que piden un cambio que no entendemos o no compartimos, o tal vez cuando exigen un replanteamiento de la campaña en contra de nuestros análisis e instintos.
Nuestros más bajos sentimientos fluyen de manera natural emanando una ola de energía similar a la que brotaba de las manos de Goku en Dragon Ball Z.
Vemos y oímos a nuestros amigos ejecutivos (as) de cuenta expresar el odio hacia sus clientes y al mismo tiempo el afecto y agradecimiento por cada pedido firmado, pero tal vez las cosas serían diferentes si nuestros clientes visitaran de vez en cuando a un proveedor o se sentaran con los diseñadores a verlos trabajar y sufrir. Solo de esta manera podrían sentir el acelere y la adrenalina cuando una tinta no funciona bien o cuando una plancha sale mal. Debemos entonces, además de atender a nuestros clientes y venderles estrategias e ideas, capacitarlos sobre los procesos técnicos y el papel del azar humano.
Ni que decir de los cambios en lo gráfico o en lo estético, un cliente que exige que se represente la marca de otra manera o con otra sonrisa o con una melodía más “tropicalonga”, está pidiendo más que un cambio de trazos o de notas, está pidiendo que el diseñador o músico entierre en el olvido a su pequeña obra de arte dándole mas “golpe” o cambiando la expresión por algo mas o menos gracioso.
El llamado, estimados (as) colegas, es entonces a jugar dominó o golf,  practicar Tai Chi o Yoga para así poder entender que nuestros clientes también tienen jefes y a ellos también le salen alas cada vez que su agencia les pide “ un día más para la entrega del arte”

A veces el mejor camino es pararse en los zapatos del otro y tratar de entender sus angustias, ellos también son seres humanos.

viernes, 10 de abril de 2015

Carolina, la Fina.


Amiga que le pasa, ese man se murió hace dos meses ya, la vida sigue cáigase por la casa de Juanca que allá es el parche para hoy. Y no sea tan cursi que se ve patética, no le digo más porque se me acaban los minutos, chao pues.
Carolina cerró su celular, lo colocó en la mesa al lado del pocillo vacío, era el segundo capuchino de la noche, encendió otro cigarrillo mientras se quitaba de encima la mirada de unos tipos en la mesa de al lado. Descendió de su mesa como quien baja de un avión después de un viaje al regreso de vacaciones, pasos lentos, la mirada escondida detrás de unas gigantescas gafas oscuras marca bollé, comenzó a recorrer Unicentro lentamente parando en las vitrinas, entró al almacén de perfumes esperando encontrar la última fragancia de Dior pero descubrió que estaban promocionando Fahrenheit y ese golpe a la memoria de Jose fue suficiente para que sus ojos color miel se llenaran de lagrimas recordando los innumerables paseos con él por esos pasillos. Salió y en la plazoleta central se encontró con un grupo de muchachos tomando vino de una caja, en lugar de utilizar vasos o tomarla directamente del envase, utilizaban un pitillo y se la pasaban ruidosamente de mano en mano. Carolina pasó lentamente rumbo al cajero electrónico de Davivienda.
- Uy parce, pille esa reina, mucha mamacita.
No sea pendejo, mire para otro lado esa hembra es de la jai, la nena no camina, flota y ni crea que se va a fijar en un estudiante de la Valle que ni para pagar el vino tiene, ¡muestre a ver la caja!
Carolina medía un metro setenta y cinco, su cabello era castaño claro natural, le gustaba vestirse muy informal pero por supuesto con ropa de diseñador, sus jeans eran amplios en las piernas pero marcaban sus amplias caderas, herencia de su abuela que vivía en Barcelona, sus brazos largos , sus gruesos labios y marcados pómulos hacían de ella una mujer que hacia girar cabezas por donde pasaba, tanto de hombres como de mujeres, la verdad más de mujeres que de hombres, las mujeres siempre la miraban de arriba a abajo, con rabia, con envidia, lentamente buscando algún defecto, alguna cicatriz, una prenda que no combinara. Nunca lo lograban y por eso la odiaban antes incluso de que Carolina respirara una vez más.
Desde la muerte de su novio, su rostro había adquirido una dureza propia de las viudas de la guerra, sus ojos aunque seguían siendo bellos, profundos y cálidos, perdieron el brillo propio de una mujer de 25 años y no era para menos, a Jose lo encontraron a orillas del río Cali, ahí arribita de Ventolini le robaron su vida, su futuro y aunque sus amigos y su familia no lo querían, Carolina tenía en su corazón la certeza de que al lado de Jose podría construir un hogar, uno de verdad no como su familia, un pequeño infierno lleno de rabias, envidias, infidelidades y tristezas.
La noche que Carolina se quedo esperando a Jose en Checker´s de Unicentro tenían planeado tomarse un café, una cerveza tal vez y luego salir para su apartamento como lo hacían cada fin de semana, Jose pensaba que siempre iban a pasar la noche allá porque él no tenía plata para llevarla a algún sitio elegante, “para gente bien” decía él; pero la verdad era que para ella no era importante estar en sitios concurridos, llenos de gente vacía que solo estaba pendiente de su ropa o del último chisme sobre su familia. Para ella lo más importante era poderse recostar en el pecho de Jose después de hacer el amor, solo así podía sentirse completa, llena de vida, en CASA.
Esa noche después de llamarlo insistentemente al celular se lleno de rabia, pidió un Margarita y se prometió no seguir insistiendo en buscarlo, finalmente era él quien tenía que estar pendiente de ella, no al contrario, claro al fin y al cabo él siempre tenía cosas pendientes, sus alumnos, sus alumnas, niñitas pseudo artistas que lo buscaban por los pasillos del conservatorio tratando de encontrar en sus palabras soluciones a sus conflictos de adolescencia, tal vez veían en él a la expresión máxima de un padre idílico, esas “niñitas”, como las llamaba Carolina, eran una constante amenaza para ella, al menos en su imaginación.  Llena de celos, con las incertidumbres propias de una quinceañera, Carolina permitía que las imágenes de grandes bacanales se apropiaran de sus noches y a veces de sus días de sus tardes y de los amaneceres, siempre y cuando Jose no estuviera con ella.
Después de decidir que no esperaría más a Jose, se subió a su carro, llamó a Natalia su amiga de la Universidad, cuadró rumba para esa noche, se irían para una rumba de música electrónica.
Llegó a la discoteca, su amiga ya había entrado y la estaba esperando en VIP con Juanse, el amiguis de turno. Pidieron una botella de Whisky Buchanan´s, tres Red Bull y dos tarros de agua Evian.
-Marica, casi que no llegás, ya estábamos pensando que otra vez te ibas con el mancito ese. Menos mal ahora llegan unos amigos de Juanse y vas a ver lo buenos que están.
La noche se torno sucia, los whiskys pasaron de mano en mano, Carolina también, su cuerpo hizo parte de la discoteca, cada golpe de música reafirmaba su rabia con Jose, ¡que se creía el pobre pendejo! -Una pepa rojita, por la mechita Caro, le grito Nata mientras el amigo de su novio le pasaba la lengua por el cuello y las manos por la cintura.
Las pepas, los tragos, la gente, el sudor, el calor, el olor, la rabia, el whisky, Jose no está, el novio de Nata, el amigo del novio, no más, otra pepa, más agua, más música, más rápido, más soledad, más vacío, más amigos, su cuerpo al revés, todo duele, la ropa no esta, carro ajeno, la calle pasa rápido, este man encima, mi ropa, ¡NATA! , ¿Nata donde está? Todo da vueltas, todos gritan, el carro da vueltas, caemos, rodamos, mi Jose, mi vida. Silencio.
Carolina apareció dos horas después montaña abajo, los bomberos no entendían como todavía la gente podía manejar bebiendo por la vía a Cristo Rey que era tan peligrosa, Carolina tenía el cabello lleno de pasto, su ropa no aparecía, solo tenia puesta la falda, los paramédicos pensaban que era por el accidente, por las vueltas que dio el carro, nadie se imaginaba que la blusa salió volando por la ventana tres minutos después de salir de la discoteca luego de la tercera pepa.
 Cuando pudieron subir a Carolina Albornoz a la carretera, era solo una colección de huesos rotos, ojos vacíos y piel desgarrada. Ella había dejado el mundo de los vivos cuando el Chevrolet Corsa que manejaba Juan Sebastián Cardozo había esquivado un perro que ahora descansaba al lado de su amo, mirando con desprecio un hueso seco, tan inútil como el cuerpo de Carolina.


jueves, 9 de abril de 2015

La verdad es una versión política de la vida



Mi verdad no es tu verdad porque la verdad, de verdad verdad no existe, es una construcción política y social que nace en nuestra mente y por la que trabajamos toda la vida para hacer realidad. 

A veces uno se mete en unos enredos filosóficos tratando de pelear por su verdad, en Kenia mataron 148 estudiantes porque su verdad era diferente a la verdad del hampón que los mato. Si mi verdad no es la tuya quién soy yo para imponerla? Si aceptáramos que nuestra verdad es solo nuestra y que la de los demás también es verdadera la vida seguramente seria más fácil. 

Verdad??

miércoles, 1 de abril de 2015

El derecho al amor

  "1 Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. 3 Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha. 4 El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; 5 no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido ; 6 no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; 7 todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta." 1, Cor 13

Quienes me conocen un poco deben estar tomando agua con azúcar por leer un fragmento de la Biblia viniendo de mi, pero aclaro que no tengo nada en contra de la Biblia <----- hasta mayúscula le pongo- mi rollo es con las religiones y la manera como los seres humanos se toman el derecho a interpretar estos libros antiguos (aplica para todos los libros de fe) y una de las cosas que más me incomoda es como basándose en estos libros ANTIGUOS se atreven a dictar leyes, posiciones y cátedras de como se deberían comportar las personas 2015 años después de ser escritos.

Mi teoría es básica, el amor es la base de lo que la sociedad debería ser

  • El amor a uno mismo, quererse, aceptarse, saber que puede crecer y hacer crecer a los demás.
  • El amor a los demás, la aceptación de la diferencia, la complacencia por los polos opuestos.
  • El amor a la coherencia, ser respetuoso de lo que decimos en cada acto.
  • El amor al derecho del otro a ser feliz, siempre y cuando la búsqueda de la felicidad ajena no atropelle la felicidad de los demás.
  • El amor por la vida.
  • El amor por la ignorancia y las oscuras bellezas que ella trae. 

Mucha gente, empresas, gobiernos hablan de la diversidad, el respeto y la tolerancia eso es carreta y demagogia si no se ama de verdad y si no se respeta la posición ajena, ¿quién soy yo para decir que su forma de amar es menos buena que la mía? ¿quién soy yo para juzgar su amor por la carne o su amor por los vegetales? 
Le respondo, no soy nadie y mi nivel de influencia en la vida más $200 le sirven para un chicle en un bus, yo solo decido sobre mi y mi vida (a veces ni eso) Solo por hoy deje que el amor fluya y no joda a quienes deciden amar sin miedo al que dirán, mejor aún aprenda o desaprenda.