Por Lobsang Salguero-Barrera
Publicada en El Pais, junio 8 de 2014
Mi experiencia con el fútbol ha sido nefasta desde las
canchas hasta los estadios, cuando estaba pelao jugaba mal y como siempre fui
más grande que mis compañeros lo que hacia era dar leña; dejé de jugar en los
picados de la cuadra. Era un peligro público. Fútbol 1 – Lobsang 0
Al Pascual Guerrero he ido dos veces a fútbol, la primera a
la despedida del Pibe cuando jugaba en el Deportivo Cali, en la mitad del
partido se oía el consabido coro de HIJUEPUTA al arbitro (debo confesar que eso
me gustó) y con el amigo que me acompañó decidimos tirarle monedas de 5 pesos
de las grandes, de las viejas; fue tal la emoción que nos quedamos sin lo del
bus y nos tocó devolvernos a pie a la casa. Fútbol 2 – Lobsang 0.
Con el paso del tiempo me contrataron de un canal local para
hacer el diseño de un backing para el noticiero y la sección de deportes, tenia
que anunciarme en la puerta del Pascual con el narrador para que me dieran “peto”,
yo iba con mi camarita digital y un trípode prestado, jugaban Tolima – América
y yo estaba ahí en la cancha listo a hacer muchas y muy buenas fotos, con mi camarita
digital, en ninguna salió el balón, logre hacer algunas buenas pero la pequeña
cámara no daba para mucho y al final ni supe quien ganó, el cliente no quedo
contento y yo tampoco. Fútbol 3 – Lobsang 0.
Ahora en las puertas del mundial todos mis amigos hicieron
curso intensivo de portugués, uno se largo para Brasil por rio, con minúscula
porque no le alcanzo para el avión, y hasta mi hermosa hija de 5 años
manifiesta su amor por Falcao, con mi esposa nos miramos pensando en “que nos
estamos equivocando con ella”.
Pero la equivocación no es nuestra, ¡no señor!, el asunto
está en que las marcas han optado por meternos por los ojos el mundial, las
redes sociales están manchadas de fútbol, todo el mundo habla sin reparo de
pollas por doquier y ¿nosotros, las victimas del mundial que? Día a día salen
noticias sobre las trampas y la mafia que encierra este evento y recuerdo el
día que mataron a Andrés Escobar según dicen por cosas de apuestas frustradas
por su autogol o los muertos de siempre en los clásicos, los que mueren
puñaleados por ponerse una camiseta equivocada o las barras bravas y su
desmedida pasión por un deporte que les da un motivo para darse puñal al ritmo
de uno que otro bareto.
¿Cómo explicarle a mi hija que ese Falcao que ella ve por
televisión es una victima más del mercadeo y que en un par de años será un
recuerdo como el desodorante Montpellier, el almacén Tino Sport o Higuiiiiita
haciendo el escorpión para promocionar a frutiño. Todo lo anterior puede ser
fruto de la cochina envidia por no poder mantener una conversación coherente
sobre el tema cuando me subo a un taxi, o ser el paria con los amigos por no
tener la camiseta de la selección, pero un pueblo jodido como el nuestro lleno
de problemas políticos, económicos y sociales que dedica tanta atención al
fútbol, que se sabe la alineación de Grecia pero no las reformas a la salud o
los programas de gobierno de los candidatos está simplemente fuera de lugar.
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