Por Lobsang Salguero-Barrera
Hace 15 años asumí que mi vida giraría alrededor de la publicidad y el mercadeo, en ese momento pasaron dos cosas la primera es que la vida se llena de colores, sonidos, texturas, olores, personas, datos como si te hubieras acostado con el Libro Gordo de Petete bajo la almohada durante los cinco o seis años de carrera. Lo segundo es que tus amigos, padres, abuelos, tíos, parejas de turno, parejas estables, las parejas de tus amigos, vecinos etc preguntan: ¿y es que la publicidad se estudia?
Para ser publicista no basta con sentir que la inspiración divina cayó del cielo como la botella de Coca – Cola en Los Dioses deben estar locos, ¿alguien recuerda esa película?, un publicista sin importar el tamaño del cartón, si es tecnólogo o profesional debe tener una formación integral, llena de bases humanísticas, estéticas, antropológicas, semióticas, de profunda percepción del mensaje superficial y profundo, debería estar en contacto con las corrientes sociológicas que atraviesan las fibras de las personas en la sociedad, sin contar con que debe saber sobre diseño, medios, sociología, administración, psicología, empaques, servicio al cliente y además de todo esto tenemos la obligación profesional de saber que está pasando con Padres e Hijos, Así es la Vida, tenemos que estar al tanto de la vida de Laura Acuña y Paola Turbay, saber que dice la Negra Candela y aún peor: ver las caras de melancolía de Jotica cuando alguien lo llama a contarle sus tristezas. Es por eso que además de leernos Cambio, Semana, Dinero, Shock, Gatopardo, SOHO, Don Juan, El Malpensante y Mobiliari tenemos que darle una leída en profundidad a TV y Novelas, eso no es fácil.
El publicista es un ser mediático por excelencia, se nutre de lo que está pasando en la pseudo realidad colombiana, y me perdonan si comienzo a sonar como Omar Rincón criticando los cambios de escenografía de Día a Día, o la profundidad conceptual de la nueva relación de Daniela Franco, pero nuestra profesión tiene como base el imaginario del Colombiano promedio y eso nos obliga a estar en contacto permanente con la actualidad en esta área. Un buen publicista debería estar al día de lo que pasa con las novelas porque nunca se sabe si llega un cliente que es psicólogo de parejas y quiere hacer publicidad en Hasta que la plata nos separe, tenemos que buscar la manera de que eso pase, nombrarlo de un momento a otro como el acompañante de Alejandra Maldonando y su novio a través de un product placement o cualquier otra artimaña mediática facturada artísticamente por el canal, finalmente la publicidad y los canales privados nos dan para esas cosas.
Pero en la televisión no para el asunto, un error de vida que cometemos los seres humanos es asumir que todo el mundo escucha lo que uno escucha o le gusta lo que a uno le gusta, es decir pasan cosas como: “¿en serio el reggaeton es escuchado por elTarget?, a mi me parece horrible” bueno, es a usted a quien le parece horrible pero no a su grupo objetivo. Para poder llegar a ese grado de compenetración debemos acercarnos al cliente de vez en cuando y conocer de cerca sus gustos, claro que existen los estudios de mercado y los insights y los verbatim y los focus groups pero yo no cambio por nada la vivencia cotidiana con los consumidores de mi cliente, la mejor manera de saber que emisora escucha cierto grupo objetivo es preguntándoselo de manera directa y uno como publicista muchas veces se rige por los datos fríos que dan los estudios; vale la pena de vez en cuando bajar de nuestra oficina y acercarnos a la vida real.
En la cotidianidad de nuestros consumidores, la música muchas veces no la escogen ellos, la escoge el amable conductor de transporte público que considera que después del “chente” Fernandez el resto es basura para jóvenes, ese transportador escoge las emisoras y se encarga de inculcar a sus pasajeros las bondades de Wisin y Yaendel o Don Omar, vale la pena aclarar que eso se ha superado con el Transmilenio, y en las ciudades con ese tipo de transporte, porque en busca de la asepsia urbana ahora los conductores no tienen radio, ¿Cómo puede uno pasar ocho horas de trabajo sin música? Pero aún persisten las busetas, los taxis, los colectivos, etc conducidos por personajes que nos llevan a unas esfera musicales que no conocemos. Así que nuestro consumidor está expuesto a estímulos mediáticos que no escoge por sí mismo y eso tenemos que tenerlo en nuestro plan de medios presente para que sea efectivo realmente.
Los otros medios están allí para que los conozcamos y explotemos, para que los disfrutemos y los vendamos, pero con sorpresa uno encuentra que las nuevas generaciones de publicistas se les olvido que el señor Jorge Barón mueve 20.000 o 40.000 personas en cada evento que realiza, que es posible llegar de manera directa al consumidor de La Plata- Huila – con un evento como estos, también olvidan que en AM es posible hacer publicidad buena, lo que pasa es que nuestros nuevos publicistas están sesgados por el fenómeno de la televisión por cable, Internet, Youtube y el iPod, fenómenos donde el consumidor escoge lo que ve y hace que los medios masivos sean una opción más en el abanico de posibilidades, dejando de lado la realidad de los consumidores criollos, señores y señoras además del Parque de la 93, el Parque Lleras, Granada, y las demás zonas rosas de Colombia, existen otros focos de atención para nuestros consumidores, por eso nuestro deber como publicistas es estar pendientes de lo que pasa con los medios, gozarnos los medios, navegar por los medios, vivenciar los medios sin importar nuestros gustos, raza, religión, nacionalidad o estilo de vida. Esa es la única manera de ser realmente integrales y recordar que como dice Facundo “nosotros somos los demás, de los demás”.
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